Nuestros alumnos, al vivir en inmersión, están expuestos a una gran cantidad de caudal lingüístico (input) en español. Desde el primer día de su estancia en España, comienzan a desarrollar estrategias de comprensión oral. Es frecuente encontrar alumnos que entienden bastante bien el español pero que tienen muchas dificultades para expresarse.
Ellos saben que comprender un texto oral implica poder interpretarlo. Para ello, el contexto y la intención del hablante aportan información fundamental, tan importante como el propio discurso. Saben que comprender no es entender una a una las palabras (aunque eso sea lo que anhelen), entre otras cosas, porque es muy difícil que un aprendiz de español conozca el significado de todas las palabras que un nativo puede llegar a emitir. Además, la capacidad de incorporar nuevo vocabulario cuando se aprende una lengua es progresiva. Incluso los alumnos de los estadios más avanzados siguen aprendiendo vocabulario.
Tampoco los nativos dominamos todo el diccionario, pero somos capaces de aplicar la inferencia y deducir significados. De hecho, la inferencia es una de las estrategias más utilizadas de forma inconsciente por los nativos cuando nos encontramos en una conversación. Gracias a la inferencia deducimos datos por el contexto, por la intención del hablante, por nuestras propias expectativas… y realizamos una interpretación más o menos acertada de los mensajes, de forma que, ante la posible ambigüedad o malentendido, intervenimos en la conversación para solicitar aclaraciones, o bien reformulamos lo que hemos entendido esperando que nuestro interlocutor asienta o nos corrija, (Recordemos al respecto las máximas de Grice sobre la conversación. Su principio de cooperación explica cómo los interlocutores colaboran para negociar los significados.).
La comprensión oral es un proceso activo de reconocimiento, selección, interpretación, deducción… habilidades necesarias que actúan en el plano lingüístico, pero también en el plano contextual y sociocultural.
La enseñanza de la comprensión oral debe tener como objetivo el entrenamiento de los alumnos en el desarrollo de estas habilidades, de manera que puedan realizar una comprensión efectiva de los mensajes orales a los que se encuentren expuestos.
La enseñanza mediante tareas implica el desarrollo de la comprensión oral constantemente: En las situaciones reales de comunicación, en el aula, son el profesor y los compañeros la principal fuente de input. Pero, al realizar las tareas, también es necesario llevar al aula textos ajenos, como vídeos o grabaciones.
A la hora de utilizar estos recursos, conviene tener en cuenta lo siguiente:
Conocimientos previos: Para poder comprender un texto, se necesitan conocimientos previos relacionados con el tema. Los textos orales tienen que incorporar nueva información pero no deben ser totalmente desconocidos, y, si lo son, debemos preparar a los alumnos. En cualquier caso, es importante introducirles en el contexto y en la situación en la que se produce el discurso mediante actividades de pre-audición en las que también los alumnos puedan formular hipótesis sobre el contenido. Para facilitar la comprensión, los vídeos pueden ayudar más que las audiciones sin imagen, ya que la comunicación no verbal aportará datos relevantes; también es conveniente utilizar grabaciones sólo de audio, por ejemplo, conversaciones telefónicas.
Finalidad concreta: Cuando escuchamos un texto, lo hacemos con un objetivo, nos mueve un propósito. De la misma manera, al plantear actividades de comprensión oral, debemos comentar los objetivos que tendría esa escucha.Antes de comenzar la escucha, los alumnos deben saber cuál es la tarea que van a realizar: si se trata de comprobar sus hipótesis previas; o bien se solicita una comprensión global del mensaje; o bien deben responder a unas preguntas concretas que previamente también deben conocer.
La dificultad se encontrará en la tarea: Puede parecernos que algunos textos son complejos desde una perspectiva lingüística y por ello descartarlos, pero en la vida real no se puede controlar la complejidad. Lo más adecuado es buscar textos auténticos, similares a los que se pueden encontrar los alumnos en su vida cotidiana. Deben ser textos de su interés, con temas que les resulten familiares o motivadores, porque se vinculan con sus necesidades comunicativas fuera del aula. No es necesario “entenderlo todo” y no debemos empeñarnos en ello si el alumno no está preparado. La dificultad no dependerá tanto del texto sino de la tarea o tareas que realicemos.
Observa estas actividades: Su objetivo es favorecer la comprensión oral de los alumnos. Imagina qué actividades de pre-audición propondrías a tus alumnos antes de su puesta en práctica.